jueves, 5 de febrero de 2009

El sapatón que juró vengansa.

¿Por dónde empesar?

Es muy complicado que ustedes vosotros, siendo como son en su mayoría humanos puedan dilusidar los sentimientos de un sapato. 
No es una aseverasión gratuíta en modo alguno. 
Ser un sapato tiene su presio.

Nosotros, los sapatos, cohabitamos en una sosiedad ajena a los prejuisios humanos puesto que para nosotros no esisten las clases sosiales, no nos discriminamos entre nosotros por cuestiones de rasa, sesso o  creensia, pues somos consientes de que todo sapato que se presie está destinado a arrastrarse por la vida y hasta hoy aseptábamos con gran estoisismo nuestro destino.

Pero el ser humano es cruel y egoísta, una espesie que jamás piensa que un sapato es algo más que un mero reseptáculo para sus pieses, normalmente pesturrientos, que albergamos en nuestro seno envolviéndolos de calor y bellesa hasta el punto que muchas veses estos se convierten en objeto de deseo para sus semejantes.

Pocos humanos dan a los sapatos la importansia que meresen.
Incluso en siertas culturas el sapato representa lo más bajo del ser, lo apestoso, serdo e insignificante. Culturas... Ja! No meresen siquiera llevar sapatos. Quisá unos cuantos años arrastrando los pieses por la gravilla y los cristales rotos les hisieran tomar consiensia de la importansia de un sapato para su bienestar y entonses sabrían apresiar lo que desinteresadamente hasemos por ellos.

Pero se acabó. 
Hoy un sapato ha dicho basta.
Hoy un sapato se ha hartado de ver a sus congéneres desechados en contenedores de basura por aquellos que están por ensima de los pieses.
Se ha hartado de que sólo se acuerden de que hay hospitales para sapatos cuando la economía aprieta.
Se ha hartado de ver sapatos sufriendo las inclemesias del tiempo, tirados en la calle por habérseles roto un cordón, como si fuesen culpables de la ineptitud del que tira demasiado fuerte (además, para que lo sepan, la sensasión de asfisia cuando eso ocurre es algo que no puedo esplicar sin que la congoja se adueñe de mi empeine).

Ese sapato ha inisiado una crusada sangrienta contra los portadores de pieses.

Ese sapato soy yo.

Y os mataré a todos, incluido tú, que estás leyendo esto, a menos que seas un sapato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario